2 de mayo de 2010

Amistad: Encuentro De Egos

Todos y cada uno de nosotros tiene la tendencia a crear enlaces emocionales y físicos (presencia) con otras personas. Todos nosotros alguna vez sentimos la necesidad de compartir nuestros sentimientos y sucesos con alguien más. En algún momento sentimos que hace falta otra persona para que nuestra vida tenga algún sentido. Así es como nos acercamos a otro ser con el que nos sentimos a gusto y se crean fuertes lazos de confianza y amor, los que cada vez se van fortaleciendo con distintos actos conjuntos. Y de la misma forma como se hacen más fuertes estos lazos, es como también pueden llegar a destruirse fácilmente. Este es el punto...

El formar estos lazos quiere decir, además, que la mantención de estos tiene que ser constante, y para ello tienen que suceder cosas que sean importantes para ambas personas que lo comparten, esto quiere decir que cada cosa que hagamos tiene que influirnos e importarnos tanto como a la otra persona, ya que ésta comparte, en gran medida, la forma de ser de uno. Entonces, cada unión con la otra persona está delimitada por una constante que se llama "egoísmo", que ha de entenderse como la excesiva preocupación por uno mismo desentendiéndose de los demás, y aquí ese desentendimiento por el resto será tanto consciente como inconsciente.

Desde esta perspectiva, es como cada uno de nuestros actos y pensamiento surgen de un deseo intrínseco de autosatisfacción que nos acompaña siempre y es irrevocablemente propio de cada individuo. Por lo tanto, en cada cosa que hacemos estamos satisfaciendo un deseo de hacer esa cosa, y hacer esa cosa, aunque sea en beneficio de otra persona, ayudándola de cualquier forma o escuchándola, siempre cumplirá con la función de satisfacer el deseo de haber ayudado a esa persona. Así es como actúa el egoísmo inconsciente y, a veces, esto es consciente también.

Aquí es donde caemos en el enfrentamiento o encuentro de egos que surge con la amistad, donde compartimos parte del ego del otro (y viceversa) y nuestro inconsciente desea que lo que haga esa otra persona sea provechoso para sí mismo, dejando de lado el resto aunque conscientemente no pensemos de ese modo. Siendo así, la amistad se entendería como la forma en que ocupamos a otra persona a modo de satisfacción del deseo inconsciente que tenemos de mantener satisfecho nuestro ego.

Ahora bien, también existe ese egoísmo consciente y que es el más dañino para el ego inconsciente, ya que el primero es el que lleva a que la persona se dé cuenta de que lo que tiene que hacer ella y los demás, en su totalidad, ha de ser para el beneficio propio, lo que, al truncar el deseo inconsciente de autosatisfacción de otro, aleja a ese otro de la primera persona, anulando ese lazo que lo unía como amigo y también insatisfaciendo ese deseo inconsciente del egoísta consciente, lo que provoca un quiebre que puede ser clave en esa amistad, lo que dejaría descontento al ego inconsciente al no haberse sentido satisfecho e hiriendo, consecutivamente, la autoestima.

En resumen, la amistad sería un acto de egoísmo inconsciente, que se funda en la necesidad básica del humano de autosatisfacerse y que siempre existirá en el ego de cada uno, y que se expresará en el deseo de hacer todo lo que uno hace por satisfacer el querer hacerlo. Por esto es que el lazo de unión entre dos personas se limita al egoísmo inconsciente, que nos hace no-ver a la otra persona como un medio para autosatisfacernos. Junto con esto está el egoísmo consciente, que es una forma en la que hacemos daño a nuestro egoísmo inconsciente al afectar el egoísmo de los otros y alejarlo de nosotros y así negando la autosatisfacción del ego. Por lo tanto, la amistad no es más que una proyección del egoísmo humano y si no cumple esa función, no es amistad.